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Sequins
Si pensamos que una obra de arte es algo más que un objeto singular que exhibido suscita nuestra mirada, podemos aventurar otra lectura de la propuesta visual de Jacinta Grondona.
En las paredes de su taller Jacinta dibuja a manera de plantillas situaciones geométricas donde luego ubica y dispone, en repetición, las piezas a la manera de un juego de ajedrez, creando planos contundentes que generan, en un ambiente especialmente despojado, un sitio que bien podría ser de meditación.
Esta reflexión a la vez visual y poética es principio y resultado de una búsqueda plástica donde el círculo es el elemento protagonista, con piezas recortadas en madera y policromadas con resina que nos acercan, sin mediaciones, a la belleza de lo simple.
En profusión, estos elementos circulares o puntos parecen tanto infinitos símbolos, como elementos que podríamos asociar rápidamente a formas de nuestro mundo cotidiano. Pero en un nivel más profundo el reduccionismo formal de estas obras de Jacinta, funciona a la manera de un espejo que nos presenta “aquello” que solamente “está ahí” reflejándonos, devolviéndonos por un instante a nosotros mismos, tal vez para que nos preguntemos quiénes somos.
Pablo Scheibengraf
Sequins
Si pensamos que una obra de arte es algo más que un objeto singular que exhibido suscita nuestra mirada, podemos aventurar otra lectura de la propuesta visual de Jacinta Grondona.
En las paredes de su taller Jacinta dibuja a manera de plantillas situaciones geométricas donde luego ubica y dispone, en repetición, las piezas a la manera de un juego de ajedrez, creando planos contundentes que generan, en un ambiente especialmente despojado, un sitio que bien podría ser de meditación.
Esta reflexión a la vez visual y poética es principio y resultado de una búsqueda plástica donde el círculo es el elemento protagonista, con piezas recortadas en madera y policromadas con resina que nos acercan, sin mediaciones, a la belleza de lo simple.
En profusión, estos elementos circulares o puntos parecen tanto infinitos símbolos, como elementos que podríamos asociar rápidamente a formas de nuestro mundo cotidiano. Pero en un nivel más profundo el reduccionismo formal de estas obras de Jacinta, funciona a la manera de un espejo que nos presenta “aquello” que solamente “está ahí” reflejándonos, devolviéndonos por un instante a nosotros mismos, tal vez para que nos preguntemos quiénes somos.
Pablo Scheibengraf