Acerca de Paisaje de un desvío
En una sociedad que pone el énfasis en el progreso vistoso, en la inmediatez del éxito y la soberanía de los grandes gestos, una obra como la de Azul desafía todos nuestros valores. Lo importante en estas pinturas sucede en los márgenes, justo detrás de lo visible; parece advertirnos que mientras nos deleitamos con las figuras elegantes y los colores homeopáticos de sus obras, hay algo todavía más maravilloso pasando a escondidas.
La clave, una vez más, está en los títulos con los que el artista bautiza sus piezas. Porque Azul es un artista refinado con el color y milimétrico en la composición, de una poderosa intuición y libertad lúdica, todo lo cual parece indicar que su genealogía es la pintura abstracta, lo concreto, y sin embargo, si observamos sus títulos descubrimos al artista literario, al lírico y figurativo que hay detrás de sus reposadas composiciones. Sus títulos cuentan historias; sobre todo, hacen hacer, son la garantía de performatividad de sus figuras. Ya lo dije en otra oportunidad: la pintura de Azul es conceptual, porque se plantea como problemas o proposiciones, frases lógicas; son situaciones mentales en espacios que no empiezan ni terminan y en un tiempo que es posible de ser imaginado, incluso habitado.
Mariana Rodríguez Iglesias. Curadora y crítica.
Buenos Aires, primavera de 2021